La electronalidad nos ha abierto a sociedades heterogéneas donde la diversidad constituye un valor agregado en la cadena productiva.
En términos muy generales, el gran cambio cultural que nos brinda el habla electrónica es que niños y jóvenes han dejado de ser simples consumidores (como lo eran en la era del mundo escribal). Esto quiere decir que las personas solo recibían información de los distintos medios tradicionales y solo si les gustaba lo que veían lo llegaban a consumir. Estas personas no tenían la posibilidad de ser escuchados, incluso algunos eran maltratados y nadie velaba por sus intereses. Sin embargo, ahora todo cambio, los consumidores tienen mucho más poder que antes. Esto se debe a que nos encontramos en un mundo totalmente globalizado y estos consumidores, que eran maltratados, se han llegado a convertir en productores de información.
Esto quiere decir que gracias a las redes sociales los ciudadanos están auto informados de todo lo que sucede en el mundo. Por ello, han dejado de ser consumidores y han pasado a ser prosumidores. Dejaron de ser simples consumidores pasivos para pasar a ser prosumidores activos, en donde pueden plasmar sus comentarios, quejas, inquietudes, etc.
En resumen las personas del siglo XXI no solo llegan a ser una simple audiencia sino es actor.